La Selección ya está en octavos de final por ese golazo de Leo en el descuento, después de una pobre actuación contra Irán y de que Romero fuera figura. Quedará líder del grupo empatando con Nigeria, el miércoles. Ojo, que la alegría no tape el bosque: hay que mejorar mucho.
¿Cuánto vale tener un jugador tan crack que puede estar 89 minutos haciendo el peor partido de su vida y te clava un golazo así? En un muy mal partido del equipo, Argentina encontró el triunfo por el que había hecho poco y nada. Y aunque la alarma siga encendida tras el mal partido, es tiempo de festejar que Messi juega para Argentina.
La alarma, dijimos, está encendida a full igual. Argentina jugó un muy mal ante un rival menor que estuvo cerca de meterle un cachetazo histórico a la Selección. Con bajos rendimientos generales y un Messi ausente como en el primer tiempo del partido contra Bosnia hasta que tuvo su momento de gloria. Un triunfo con Irán, cierto, pero el equipo se tuteó demasiado con el papelón.
Si el primer tiempo contra Bosnia fue de lo peor en la era Sabella, ¿en qué lugar hay que ubicar el arranque contra Irán? Ya no se trata de cinco en el fondo, se trata de falta de juego, de un equipo larguísimo, que dejó tantos espacios entre sus líneas como para entender que los problemas de Argentina van más allá de un dibujo táctico.
Los iraníes se fueron dando cuenta de que podían hacer historia y si no fuera por Romero, estuvieron cerca de hacerla. Repasemos, Irán iba a salir a esperar, con dos líneas de cuatro bien atrasadas. ¿Quién no lo sabía? Argentina buscó por todos los caminos equivocados. Messi se perdió entre ir a buscarla muy atrás y un cuelgue absoluto, como si no lo estuviera jugando. Agüero pareció más picante por momentos, Di María amagó reaccionar, Gago metió una buena pelota... Todo contado con los dedos de una mano.
Las jugadas más peligrosas del partido habían sido de Irán. Romero mantuvo el arco en cero y le dio vida a la Selección. La victoria y el pase a octavos de final no ocultan ni disimulan los malos rendimientos de los fantásticos, decisiones de Sabella confusas y polémicas (hizo cambios recién a 15' del final pero sacó a los dos 9 y se puso a tirar centros) y un funcionamiento general que no aparece.
Por suerte, lógico, hubo autocrítica en medio del desahogo que generó ese 1-0 en el descuento. Leo reconoció que no están demostrando, Sabella se mostró preocupado, igual que Mascherano y el resto. Mejor, no comen vidrio. Hay que mejorar porque así, Argentina tiene que rezarle a Messi. Y Messi tiene que rezarle a ese segundo suyo. Era un papelón y una genialidad amortiguó lo que hubiese sido un golpe duro.
BELO HORIZONTE (ENVIADO ESPECIAL)
fonte:http://www.ole.com.ar/
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